lunes, 24 de octubre de 2011

"La soledad del azar" de Juan Cobos Wilkins

La editorial Almuzara acaba de publicar La soledad del azar, un libro del autor onubense Juan Cobos Wilkins en el que los personajes elegidos para la confección de los relatos están, nunca mejor dicho, atravesados por la soledad y la intervención del azar. En unos casos la soledad de los personajes alimentará o rastreará con vehemencia lo azaroso de su peripecia, casi como en una perversión necesaria, como un onanismo. En otros, la pureza del azar desvelará la verdadera soledad, aquella que incluso no reconocemos o tenemos sólo por aparente.

Según Cobos Wilkins, en La soledad del azar“están el dolor y la magia, la rebeldía y la emoción, el asombro y la perplejidad ante la vida, la denuncia de lo injusto, de lo infame. Las historias tienen y contienen un soplo inquietante, sin olvidar el guiño irónico y un cierto humor mordaz.”

Con un amplio registro narrativo, el autor de El corazón de la tierra construye un libro de relatos orgánico, un mecanismo de relojería que, precisamente por previsible, logra suspendernos en la emoción con dos agentes transformadores de fondo; la soledad y el azar, dos elementos capaces de producir la metamorfosis de nuestra realidad, capaces de hacer aparecer el misterio, lo asombroso en nuestra aparente cotidianidad.

Las historias engarzadas son de luz y sombras, y por eso se plantean desde su haz y su envés, y deben leerse según las pautas de su narrador, de esta forma cada relato siempre hace aparecer, destripa o añade la otra cara de lo aparente. Qué suerte corremos en cada viaje, qué inquietud es la que hace aparecer el gran pasado de una vieja prostituta, qué une la escena más cotidiana a la célebre historia del hombre muerto de la playa, ¿puede el azar convertirnos en un ángel de la guarda? ¿En Lucifer? ¿Qué nos une a una maldita pintada en la pared o a un CD pisoteado en el suelo?.

Juan Cobos Wilkins ha sido director de la Fundación y Casa-Museo del Premio Nobel Juan Ramón Jiménez, de la colección poética que lleva el nombre del poeta y de la revista de literaturaCon dados de niebla; también codirigió el Aula de Poesía de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, por la que es licenciado en Periodismo, y las ediciones Pliegos de Mineral.

Durante años ha ejercido la crítica literaria y teatral en diversos medios de comunicación especializados (El País (Babelia), Turia, Mercurio...), de los que es habitual colaborador. Traducido al inglés, francés, alemán, italiano, portugués, búlgaro..., incluido en numerosas antologías y estudios de literatura española contemporánea, ha sido galardonado, entre otros, con los siguientes premios: El Público y Ciudad de Torrevieja, de novela. Premio Andalucía de la Crítica y Premio Gil de Biedma, de poesía. NH, Ciudad de Huelva y José María Morón, de relatos.Instituto de Cinematografía y Artes Visuales, de guiones cinematográficos.

Es autor de El corazón de la tierra, su primera novela, seguida por millares de lectores, continuamente reeditada y llevada al cine por Antonio Cuadri. Su segunda novela, Mientras tuvimos alas, obtuvo el premio de El Público, como mejor novela del año 2004, y El mar invisible, la última hasta el momento, fue la Finalista del Premio Ciudad de Torrevieja.

Cobos Wilkins también ha publicado relatos, recogidos en el volumen Siete parejas y un solitario y el libro de investigación La Huelva británica, es autor de la Biografía Álbum de Federico García Lorca y su obra poética suma, entre otros, los siguientes libros: Espejo de príncipes rebeldes, Diario de un poeta tartesso, Llama de clausura, Escritura o Paraíso, y las antologías, La imaginación pervertida, A un dios desconocido y Huella en las hojas. Tras once años sin publicar poesía, en 2009 se edita su libro:Biografía Impura, que rápidamente alcanza la segunda edición y que obtiene el Premio de la Crítica de Andalucía. Con poemas de Biografía Impura el cantaor Arcángel prepara su próximo disco. Nacido en la localidad onubense de Riotinto, de la que es Hijo Predilecto, Juan Cobos Wilkins ha sido distinguido por la ciudad de Huelva con la Medalla de la Letras.

viernes, 21 de octubre de 2011

"El contenido del silencio " de Lucía Etxebarría

En Londres, ultimando los preparativos de su boda, Gabriel recibe una llamada. Su hermana Cordelia, a la que estuvo muy unido y de la que no sabe nada desde hace años, ha desaparecido en Canarias en extrañas circunstancias.

Cordelia fue captada por una secta y la policía sospecha que pudo fallecer en un suicidio ritual. Acompañado por Helena, la que fuera la mejor amiga de su hermana - y por la que se siente, a su pesar, irremediablemente atraído - Gabriel inicia un viaje por Tenerife y Fuerteventura siguiendo la pista de su hermana, y un viaje hacia sí mismo, hacia la verdadera historia de su madre canaria, las razones de la huida de su hermana y las oscuras conexiones de la secta con los nazis que se refugiaron en Canarias tras la segunda guerra mundial.

Esta es una historia trepidante, basada en hechos reales, con giros constantes e imprevisibles. El contenido del silencio es también una indagación sagaz sobre el abandono y la pérdida a través del amor, el deseo, la lealtad y la traición. Y una novela intensamente poética, tanto por su lenguaje como por la belleza y la magia de los escenarios en la que transcurre.

"Se trata de la novela negra típica, con un misterio que se resuelve a través de un itinerario de pistas que llevan cada una a la siguiente, pero con una carga de profundidad, una indagación sobre la pérdida y el abandono, sobre los mecanismos de seducción y deseo, y un lenguaje densamente poético –muy a tono con el paisaje canario– que no son típicos de la novela negra al uso. A mí me ha costado mucho tiempo, esfuerzo e investigación escribirla. Espero que a ti te guste leerla”. Lucía Etxebarria

En la novela, Gabriel, un joven cuya vida desahogada y apacible transcurre en Londres, lleva diez años sin saber nada de su hermana, hasta el día en que recibe una llamada que le informa de que muy probablemente ésta haya fallecido en un suicidio colectivo llevado a cabo en Tenerife.

Su inmediato viaje a las islas para testificar como único pariente vivo de la desaparecida tendrá un efecto devastador y a la vez catártico, que le hará replantearse todo su pasado y su futuro, en un itinerario no sólo físico sino también, y sobre todo, interior. Helena, la amiga íntima de Cordelia, será su guía durante la inmersión en la vida de su hermana. Un inmersión común que precipitará a ambos a confrontar sus miedos, vacíos y huidas.

ESCENARIOS: LAS ISLAS DE FUERTEVENTURA Y TENERIFE

¿Qué elementos hay en Canarias atractivos para la novela?

Hay Sectas. La policía de las Islas Canarias registró el funcionamiento de veintisiete sectas sólo en la capital. En Canarias existen unas 40 sectas destructivas implantadas que cuentan con unos 10.000 adeptos, frente a las aproximadamente 200 sectas contabilizadas en España y sus 200.000 seguidores. Canarias es por tanto la comunidad autónoma con mayor presencia sectaria

Las características del terreno, sumadas a la abundante población de extranjeros adinerados, convierten al tradicional centro turístico español en la meca de los líderes de falsos movimientos religiosos.

Hay Nazis. Canarias fue paso obligado en la ruta hacia África, y era en las islas donde los submarinos alemanes se paraban a repostar. El interés de la Alemania nazi por las Islas Canarias fue más allá de su indiscutible potencial geoestratégico, y en este sentido fueron varias las operaciones que tanto los alemanes como el bloque de los aliados planificaron para hacerse con el control de las Islas durante la Segunda Guerra Mundial.

Las Islas estuvieron también en el punto de mira de los ideólogos y pensadores nazis por otros motivos. Uno de ellos el concerniente a los antiguos pobladores, los guanches, que despertaron el interés de diferentes antropólogos alemanes que viajaron a las Islas para estudiar los restos óseos y establecer comparativas con la población del momento.

Algunos de sus trabajos fueron manejados por raciólogos vinculados con el nazismo, en apoyo a sus tesis de la superioridad racial aria y la búsqueda de sus ancestros.

Junto a estos datos se ha planteado el desarrollo de expediciones nazis a Canarias con otros objetivos, más vinculados con las creencias que profesaban algunos líderes de la SS en tesoros y ciudades subterráneas. En la novela esta historia se mezcla con la de la sugerente y enigmática Villa Winter ubicada en Fuerteventura, en torno a la que circulan leyendas que la señalan como una base de apoyo logístico nazi y con la de La Orden Negra de Thule, la sociedad a la que pertenecía Himmler, que descubrió runas sorprendentes en los petroglifos de las islas y otros símbolos típicos de los pueblos celtas, originarios de los del Norte de Europa. Según los estudiosos de la época, los petroglifos de Fuerteventura no se diferenciaban en nada de los Renania o Westfalia.

Hay extraterrestres: Canarias es el paraíso de los Ufólogos. Los avistamientos de OVNIS son numerosos, e incluso se organiza “ turismo UFO” , convocatorias masivas para examinar los cielos. El volcán del Teide, ubicado en la isla de Tenerife, constituía una zona sagrada para los antiguos habitantes de la región. Existen cientos de testimonios del fenómeno ovni en el lugar.

¿Cómo mezcla la autora los tres temas?

Cómo se han mezclado en la vida real ovnis y sectas: Heide Fittkau-Garthe, de 56 años, era la líder de un movimiento contactista - la “Orden del Templo Solar”- radicado en Tenerife, que convenció a un grupo de acólitos de llevar a cabo un suicidio ritual a fin abandonar la envoltura mortal y entregar su alma a unos extraterrestres que vendrían a recogerlos en las faldas del Teide. La policía tinerfeña abortó la reunión. Finalmente, la Justicia archivaría su causa al no existir indicios sólidos que sustentaran la imputación.

Cómo se han mezclado en la vida real sectas y nazis: El caso más conocido es el de la comuna de “ El Cabrito” – grupo constituido bajo las siglas de Grupo de Acción Analítica (AAD) - en la Gomera, liderada por el pintor austriaco Otto Muehl. Corría la leyenda de que se trataba de una secta eugenésica que aspiraba a engendrar niños arios, leyenda que se originó por el hecho de que Muehl había sido soldado del Ejército alemán. Prácticamente sólo se podía llegar a la comuna a través del mar, para lo cual crearon una sociedad, Lili Gomera, con la que adquirieron una vieja barcaza de desembarco de la II Guerra Mundial y con la que llegaban hasta San Sebastián de la Gomera para adquirir los productos básicos necesarios. Muehl fue condenado a ocho años de prisión por abuso de menores. La Secta Nueva Acrópolis también es de marcada tendencia nazi.

Digamos que con todos esos elementos tenía la estructura suficiente para crear el armazón de una historia de misterio, que enganchara. Una novela a la Hennink Mankell, que es lo que en apariencia esta novela es.Pero que yo pierda dos años de mi vida escribiendo una novela debe haber algo más, una cuestión de fondo que me obsesione.

Y, la cuestión de fondo que me llamaba la atención era otra: ¿qué es lo que lleva a una persona adulta a ingresar en un grupo sectario?

Al contrario de lo que la mayoría de la gente cree el acólito de una secta no es por fuerza una persona poco inteligente o que padezca un problema mental. En numerosos casos, de hecho, se trata de personas muy inteligentes. Basta pensar en Madonna y Britney (enganchadas la La Kabala) o Tom Cruise y John Travolta (cienciología). Cualquier persona, repito: cualquiera, puede ser captada si la secta se pone en contacto con ella en el momento oportuno. La mayoría de acólitos de sectas no presentan una alteración psicológica de base. Simplemente han sido captados en una situación de crisis personal, en la que sus mecanismos de defensa se encuentran disminuidos.

Existe un perfil tipificado de persona más susceptible de poder ingresar en una secta aunque, repito, cualquier persona puede ser captada, muy en particular si es rica o, por cualquier otra razón, posee algo que la secta desea (una gran belleza en el caso de las sectas eugenésicas estilo El Cabrito, por ejemplo), en cuyo caso el seductor o líder hará todo lo posible e imposible para captar a esa persona.

El perfil de acólito o acólita típico es:

Un o una joven de 20 a 30 años de nivel socioeconómico y cultural medio, inteligencia normal, altruista e interesado en ayudar a los demás, en desacuerdo con el funcionamiento general de la sociedad, con cierta inmadurez personal y escaso sentido crítico, de buen carácter pero pasivo-dependiente (que necesita la iniciativa de otros) y que se halle en situación de crisis personal (afectiva, laboral, etc.). Es decir, que haya sufrido recientemente un abandono amoroso, la pérdida de un familiar o un amigo querido, o de su trabajo, o un cambio de residencia forzado que le haya desubicado.

Y Cordelia, la chica que en esta novela es captada por la secta, lo tiene todo para convertirse en la presa ideal. Es vulnerable, es ingenua, es rica y es muy bella. La novela, como la mayoría de las novelas que he escrito, tiene mucho de indagación psicológica. Me interesaba saber qué efectos tiene en cada persona una pérdida temprana y devastadora y hasta qué punto puede precipitarla en su vida a delegarla en las manos de otros, sea un amante, un marido, un trabajo, una religión organizada.

Tanto Gabriel como Cordelia son niños adoptados, y se comportan exactamente como, siempre según los psicólogos, suelen hacerlo de adultos los que fueron niños adoptados. Es decir, protegiéndose de posibles pérdidas o abandonos futuros. Existen dos perfiles típicos del adulto adoptado: La del adulto aparentemente muy frío y controlador, perfeccionista, al que le cuesta mucho vincularse, que es el que representa Gabriel, y la del adulto aparentemente muy sociable, nada frío, con constantes subidas y bajadas de ánimo y a quien, en realidad, también le cuesta mucho vincularse, pero que lo disimula tras una impostada capa de aparente sociabilidad. Lo curioso es que cuando hay dos niños adoptados en la familia el niño mayor adoptará el primer rol (sensato, contenido, responsable y frío) y el pequeño el segundo (más sociable e inestable). En la novela los dos hermanos adoptan los roles en ese orden.

La novela aborda varias historias de amor y seducción: la de Cordelia, seducida por la líder de la secta, las de Gabriel, a punto de casarse con la chica que representa la estabilidad familiar que tanto anhela, pero fascinado por la que fue la mejor amiga de su hermana, el único vínculo que le une a la familia que perdió.

Es una novela sobre una liberación, sobre el desvelamiento de un secreto. El secreto que en su día separó a Gabriel y Cordelia. El secreto del que Gabriel se libera gracias a dos viajes: un viaje exterior, Londres-Tenerife- Fuerteventura, y un viaje interior, hasta la parte esencial de sí mismo, la parte que nunca ha revelado a nadie.

Se trata de una novela trepidante, de lectura adictiva, que engancha de la primera a la última página.

La autora se define asímisma de la siguiente manera:

"Tengo cuarenta y cuatro años, una hija, un perro, seis hermanos y tres tatuajes. Hablo y escribo en cuatro idiomas y he publicado un libro para niños, dos libros de cuentos, dos de poesía y siete novelas. He escrito cuatro guiones que se han llevado al cine y mi obra se ha traducido en 14 idiomas. He ganado seis premios literarios de importancia: El Barcarola de Poesía, El Nadal, el Primavera y el Planeta de Novela, el Lazio(concedido por el Ministerio de Cultura italiano a la mejor novela extranjera) y el premio Coca Cola de Redacción cuando tenía ocho años. Soy Doctora Honoris Causa por la Universidad de Aberdeen. No puede contar los sueños que me quedan por cumplir."


jueves, 20 de octubre de 2011

"Criadas y Señoras" de Kathryn Stockett

En febrero de 2009, la editorial Putman recibió la primera novela de una escritora desconocida, Kathryn Stockett. El libro, enseguida, fue un éxito; en apenas dos meses se vendieron más de 250.00 ejemplares, un dato extraordinario para la situación del mercado americano.

Kathryn Stockett nació en 1969, en Jackson, Mississippi y, como tantas otras familias, fue criada por una sirvienta negra, Demetrie, que la cuidó hasta su muerte.

“Me da vergüenza confesar que tardé 20 años en darme cuenta de cómo era la situación en mi infancia… Demetrie era parte de mi familia, pero usaba un aseo fuera de la casa”, ha confesado en una entrevista en Los Ángeles.


La autora – inspirada por esta relación que mantenía con su criada y animada por una afortunada conversación con un editor de Nueva York – decidió escribir una novela desde el punto de vista de las criadas negras en la época de la lucha por los derechos civiles.

Criadas y señoras es una novela aparentemente difícil, escrita en dialecto y que trata temas difíciles como las relaciones raciales en 1962, sin embargo, la historia gira alrededor de temas universales relacionados con la mujer, la amistad, la fraternidad y la relación entre criadas y señoras. En Jackson, Mississippi, en 1962 existen límites. Límites que no pueden ser cruzados. Las criadas negras crían a niños blancos, pero nadie se fía de ellas; limpian los aseos, pero ellas tienen uno propio, fuera de la casa; cocinan para todos, pero ellas comen solas en la cocina. Todo el mundo sabe que existen estos confines y todo el mundo se queda dentro de ellos.

«Criadas y Señoras es un relato con corazón, una entretenida

, conmovedora y fresca primera novela que nos relata la época de la segregación racial y de la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos, desde el olvidado punto de vista de las criadas negras. » Mía

«Criadas y Señoras es una declaración emotiva, profunda y reivindicativa, que pone de nuevo en la palestra una realidad social que existía sólo cincuenta años atrás en la nación de las barras y estrellas, hoy ya con un presidente negro en la Casa Blanca.» Qué Leer

• Publicada en más de 40 países.

• 3.000.000 de ejemplares vendidos en Estados Unidos.

• La película ha recaudado160 millones de dólares en Estados Unidos en 2 meses.

Si aún no has visto el trailer, entra en: http://www.youtube.com/watch?v=hoINbr3gZAY

Información sobre la película disponible en www.image.net

martes, 18 de octubre de 2011

Combate moral. Una historia de la II Guerra Mundial de Michael Burleigh

La Segunda Guerra Mundial fue la suma de multitud de decisiones tomadas por líderes políticos y mandos militares, pero también por ciudadanos y soldados anónimos. Estas fueron en muchos casos decisiones a vida o muerte, resueltas en tiempo real, sin las ventajas de la reflexión filosófica, y proporcionaron un contenido moral al enfrentamiento que fue tan crucial como cualquiera de sus grandes batallas.

Combate moral presenta una perspectiva totalmente novedosa del enfrentamiento. Mientras que anteriores estudios del conflicto han tendido a centrarse en las grandes estrategias y las principales batallas, Burleigh consigue


Desde el papel de los «depredadores» —Mussolini, Hitler, el príncipe Hirohito de Japón— hasta las complejas cuestiones de la justicia y la venganza, el autor recorre con su habitual ágil estilo narrativo la invasión de Polonia, la polémica política del apaciguamiento, la ocupación, el papel de Churchill, los bombardeos selectivos o el Holocausto.adentrarse en los universos morales de sociedades enteras y de sus líderes para descubrir cómo estos se vieron modificados bajo el impacto de la guerra total.

Burleigh, uno de los más destacados historiadores contemporáneos, se niega a extraer lecciones del pasado, centrándose firmemente en los dilemas éticos de person

as reales que tuvieron que actuar bajo circunstancias difíciles de imaginar en un conflicto que definió el siglo XX y cuyas consecuencias nos acompañan hasta hoy.

EL ASPECTO MORAL DEL CONFLICTO

La bibliografía sobre la Segunda Guerra Mundial es abundantísima, escasean los libros dedicados a los aspectos morales del conflicto, un enfoque necesario y novedoso que es el elegido por este documentado y minucioso trabajo de Michael Burleigh. El reconocido historiador británico aborda el tema con pasión, una extraordinaria erudición y un estilo ágil y ameno, al que no es ajena su habitual ironía.

Tratar los aspectos morales de la Segunda Guer

ra Mundial equivale a ocuparse de la idiosincrasia de los distintos fascismos; de la inicial política de apaciguamiento; de la legitimidad de combatir a las potencias agresoras y de los métodos empleados para derrotarlas (algunos, como los bombardeos sobre poblaciones civiles, claramente cuestionables); de los numerosos crímenes de guerra cometidos (sin olvidar el intento de exterminio de la comunidad judía); de las semejanzas entre dos regímenes totalitarios que estuvieron, sin embargo, enfrentados (Alemania y la URSS); de la resistencia y el colaboracionismo; de las operaciones irregulares; de los juicios de la posguerra…

Una primera conclusión es que la Segunda Guerra Mundial, en la que murieron 55 millones de personas, fue una guerra necesaria contra al menos un régimen (Alemania) que modernizó la barbarie convirtiéndola en un proceso industrial, y contra otro (Japón) que actuó de forma cruel y salvaje contra muchos pueblos del Este de Asia. El autor defiende el esfuerzo de guerra aliado, que incluyó “la desesperada alianza occidental co

n la Unión Soviética” —un régimen “que impuso la tiranía comunista a la mitad de la Europa liberada”—, ya que el nazismo constituía una amenaza existencial para el espíritu humano en general. “Los nazis (y sus cómplices) trataron fundamentalmente de alterar el entendimiento moral de la humanidad”.

LOS DEPREDADORES

Combate moral se abre con un análisis de los regímenes que el autor llama “depredadores”: el fascismo italiano, el militarismo japonés y el nazismo alemán. Si en Italia y Alemania se impusieron partidos de masas, en Japón los oficiales ultraderechistas se agruparon en sociedades secretas. Estos oficiales llevaron a cabo actos de insubordinación aprobados por el emperador, relegaron a un segundo plano a los políticos civiles y forzaron el aumento de los gastos militares. Pese a combatir en el mismo bando, durante la guerra, hubo una práctica ausencia de coordinación militar entre Alemania y Japón.

El fascismo italiano emprendió su expansionism

o en África con la coartada de una misión civilizatoria. En Alemania se impuso un dictador con “una mente atiborrada de conceptos de Darwin o Nietzsche mal digeridos”. Los violentos prejuicios subjetivos de Hitler eran propios de una personalidad estancada en la adolescencia. Así, una sociedad que era moderna y sofisticada “volvió a las costumbres de los adoradores del fuego”.

EL APACIGUAMIENTO

En los intentos por parte de los estadistas y diplomáticos anglofranceses de aplacar a Hitler en los años previos a la guerra pesó mucho el recuerdo de las matanzas de la Primera Guerra Mundial. La culpa y el miedo (el extendido temor a los bombardeos) determinaron esa política de apaciguamiento. Burleigh llama la atención sobre la irresponsabilidad de las organizaciones pacifistas en aquel trance y sobre la errónea política de

recorte de gastos militares.

Otro de los motivos de la no intervención fue la falta de percepción de peligro en el modo en que Japón actuaba dentro de su área de influencia. Emerge entonces el eterno problema de hasta qué punto la naturaleza interna de un régimen debe influir en la forma en que otros Estados reaccionan ante él. Incluso Churchill mantuvo que los asuntos internos de un país eran cosa suya. Sin embargo, las persecuciones contra los judíos, recuerda Burleigh, crearon el problema de los refugiados, que afectó a terceros países.

Mucho antes de que Chamberlain, el gran apaciguador, lleg

ara a primer ministro, los líderes británicos habían adoptado la postura de que las violaciones de los tratados por parte de Hitler podían pasarse por alto en interés de un bien mayor y una paz general. En la Cámara de los Comunes la opinión general era la de “cualquier cosa para evitar la guerra”, y la gente de la calle estaba de acuerdo. La llegada de Chamberlain al poder hizo que el apaciguamiento pasara de ser una mentalidad a ser una doctrina. El periódico The Times se convirtió en el boletín oficial del apaciguamiento y Gran Bretaña practicó una diplomacia de mediación que llegó al extremo de dejar exentos de representación a aquellos países cuyo destino se estaba decidiendo, como Checoslovaquia.

Este tipo de política culminó en la conferencia de Munich, en la

que Chamberlain y Daladier cometieron notables errores: dejaron a sus ministros de Asuntos Exteriores en casa, llegaron a la conferencia sin haber consultado entre ellos, no contaron con documentación, e incluso permitieron una disposición de los asientos que les mantenía separados a ellos entre sí, mientras Hitler y Mussolini estaban juntos. “La conferencia en sí constituyó un enloquecido caos de trece horas, algo que sólo jugaba a favor del adrenalínico Hitler”.

En definitiva, “la política del apaciguamiento fracasó en su aspiración más amplia de alcanzar una solución general a los conflictos europeos”.

ALEMANIA- URSS ENEMIGOS FRATERNALES

Una peculiaridad de la Segunda Guerra Mundial es que enfrentó a dos regímenes que en realidad tenían bastante en común. Algunas de sus características fundamentales condicionaron, a su vez, la manera en que los líderes occidentales consideraron la oferta de una alianza con Rusia.

"Los dictadores totalitarios representaron una regresión hacia lo que Churchill denominó ‘el poder de un solo hombre’, una forma de idolatría ajena y odiosa a la civilización anglosajona, y más parecida a la de los antiguos egipcios y aztecas… Eran antiindividualistas”. En opinión de Burleigh, se puede considerar que fue una lástima que no pudieran perder los dos, aunque pocos se atreverían a dudar de que ganó el mal menor, ya que “la evocación de los crímenes nazis remueve una herida colectiva en las sociedades occidentales.”

EL SAQUEO DE POLONIA

Tras la anexión de Austria y la ocupación de Checoslovaquia, Polonia fue el primer escenario de la novedosa guerra relámpago practicada por Hitler. Las violaciones de las leyes de la guerra fueron una constante desde el primer momento. Burleigh subraya la bestialidad de un ataque en el que se impusieron los saqueos y asesinatos. En muchos casos se maltrató o se fusiló a los prisioneros. 50.000 judíos fueron separados del contingente de prisioneros y utilizados para trabajos forzosos; pocos meses después, la mitad había muerto. La agresión indiscriminada, y totalmente inmoral, de Alemania a Polonia fue producto de una combinación de causas ideológicas y coyunturales. Entre las primeras, en lugar destacado, el antisemitismo; entre las segundas, el hecho de que se dedicaban escasos recursos militares a asegurar la retaguardia, donde quedaban soldados polacos que actuaban por su cuenta (de modo que no se les trataba como combatientes regulares). Además, Hitler expresó su deseo de despoblar partes de Polonia para repoblarlas con alemanes, así como su intención de eliminar a las élites polacas para hacer que Polonia desapareciera.

“Toda la campaña se caracterizó por una violencia generalizada que só

lo una firme y repetida intervención de los oficiales habría podido frenar. Pero esto no llegó a producirse nunca, debido a la intimidación que las terminantes órdenes del Führer ejercían sobre los mandos superiores del ejército”, afirma Burleigh.

La violencia contra los civiles se incrementó durante el vacío de legalidad que medió entre la renuncia del ejército a ejercer el control, una vez cesadas oficialmente las hostilidades, y el establecimientos de las nuevas autoridades civiles. “Los últimos tres meses de 1939 fueron especialmente siniestros”. Octubre fue un mes sangriento para las élites polacas, los escuadrones especiales de las SS continuaron cumpliendo su cometido de liquidarlas.

Hitler había destinado Polonia a ser el vertedero del cada vez mayor contingente de personas indeseables para el Reich. La política alemana en este país se basaba en la reafirmación agresiva de la superioridad racial; los polacos, como los judíos o los gitanos, pertenecían a la subhumanidad, “estaban llamados a convertirse en la clase servil de Alemania, como los anónimos negros y asiáticos que se deslizaban silenciosamente por las casas de sus amos coloniales… las personas de cierta categoría social o intelectual debían ser apartadas y asesinadas”.

Al pueblo polaco se le humilló con una continua sucesión de degradantes ordenanzas que recuerdan a las del apartheid. Al final de la guerra, una cuarta parte de los intelectuales y profesionales polacos habían sido eliminados; entre ellos, un 45% de los médicos o un 40% de los profesores de universidad.

Los excesos cometidos en Polonia provocaron un

malestar evidente en algunas (escasas) personalidades individuales de la élite alemana. Dentro de esas atrocidades, los judíos fueron unas víctimas especiales. Las condiciones de vida a que se les sometió en el gueto les convirtieron, como escribió un testigo, en “espectros, apariciones míseras y andrajosas, patéticos restos de seres humanos”. Los guetos eran, por supuesto, territorios sin ley.

A Polonia se la repartieron entre Alemania y la URSS, y “los soviéticos no hicieron nada para obstaculizar la limpieza étnica contra los polacos”. Los soviéticos, que deportaron a 1.250.000 polacos al interior de Rusia (de los que la mitad murió en el viaje por las heladas estepas), utilizaron para ello los mismos métodos que los nazis. Y aunque “no trataban sistemáticamente a los polacos como siervos, ni tampoco sentían animadversión hacia los judíos”, los soviéticos escribieron su particular capítulo de infamia con los asesinatos del

bosque de Katyn, donde eliminaron a miles de patriotas polacos (pues su objetivo eran los patriotas, más que la élite de Polonia)

CHURCHILL Y OTROS PERSONAJES

Indiscutible protagonista de la Segunda Guerra Mundial es el primer ministro británico Winston Churchill, del que el autor se ocupa en distintos momentos. “Una virtud que diferenciaba a Churchill de sus colegas” era, según Burleigh, “la capacidad de imaginar lo diabólico, para lo cual probablemente es necesario albergar algo de diabólico dentro de uno mismo”. En todo caso, el autor destaca su esencial decencia humana, por encima de su deseo de venganza y de la voluntad de vencer a cualquier precio. Eso, a pesar de que, con la violencia de la guerra, el umbral de la tolerancia fue ampliándose y los escrúpulos relajándose con el paso del tiempo. Churchill y sus cambiantes criterios sobre losbombardeos fueron un claro ejemplo: “la implacable evidencia de la barbarie alemana” hizo radicalizarse al primer ministro británico, aunque, Para Burleigh, su punto de partida fue escrupulosamente moral. “Churchill tuvo que enfrentarse diplomáticamente a problemas que Hitler y Stalin habrían resuelto con pelotones de fusilamiento”.

Éste concentró el poder político y militar, pues fue primer ministro y ministro de Defensa. Los únicos que pusieron en cuestión su liderazgo fueron los seguidores del exprimer ministro Lloyd George, cuya conducta fue “poco menos que traidora”. También critica Michael Burleigh la actitud de los izquierdistas que abogaban por una temprana invasión de Europa que habría costado miles de vidas británicas y sólo hubiera servido a los intereses soviéticos.

El primer ministro vio a Stalin como un aliado necesario, sometiéndose a veces a algunas de sus pretensiones, ya que la Alemania nazi le parecía “una tiranía monstruosa, nunca superada en el oscuro y lamentable catálogo de crímenes humanos”. En una ocasión expresó así el conflicto moral que la guerra y las medidas necesarias para vencer imponían: “No sería justo ni racional que la potencia agresora obtuviese ventajas pisoteando todas las leyes y ocultándose tras del respeto innato por la ley de sus adversarios. Debemos guiarnos

por la humanidad antes que por la legalidad”. Churchill se topó con otro problema moral típico de una guerra como aquélla cuando el armisticio franco-alemán permitió a la flota francesa entregarse al control alemán o italiano. Entonces, tomó “la nada envidiable decisión” de capturar los barcos franceses amarrados en puertos británicos y amenazar a los amarrados en puertos extranjeros con hundirlos si no se unían a la marina británica. De hecho, por una orden directa suya, fueron bombardeados los barcos franceses anclados en un puerto cercano a Orán (Argelia), con el resultado de 1.300 marineros franceses muertos.

El otro gran dirigente aliado, Stalin, fue un pésimo estrate

ga que anteponía la lealtad de sus oficiales a su habilidad militar. Mantuvo en prisión a centenares de comandantes de probada habilidad, mientras sus regimientos del frente estaban mandados por tenientes sin experiencia. En cuanto al mariscal Pétain, pretendió “utilizar la ocupación en su beneficio en lugar de limitarse a sobrellevarla pasivamente”. La hegemonía alemana en Europa, que aceptó tácitamente, supuso una oportunidad para él y sus partidarios de llevar a cabo un retrógrado programa moral, político y social en el que la autoridad y el deber se imponían a libertades y derechos.

El libro retrata a bastantes protagonistas más, aunque menos

conocidos del gran público. Por ejemplo, el general japonés Tadamichi Kuribayashi (“un buen hombre que también fue un soldado excepcional”) o el general americano George C. Marshall (“hombre de una rigurosa autodisciplina, distante hasta el extremo de resultar grosero”, “tuvo que tener la habilidad de un diplomático a la hora de manejar una alianza global que incluía a un imperio democrático del Viejo Mundo y a una sangrienta dictadura totalitaria”).

EL PROBLEMA MORAL DE LOS BOMBARDEOS

La moralidad de los bombardeos aéreos sobre ciudades ha sido una de las cuestiones más debatidas de la Segunda Guerra Mundial. En lo que se refiere, en concreto, a los ataques aliados, hay un claro aumento del interés en los últimos años. Aunque la directiva oficial británica prohibía los ataques indiscriminados sobre áreas urbanas, la presión de l

a prensa y del público para que se tomaran represalias, así como la dificultad de apuntar con precisión, hizo que, en la práctica, se adoptara aquella estrategia.

La Luftwaffe realizó ataques a baja altura sobre ciudades, y los bombardeos fueron la única forma que tuvo Gran Bretaña para devolver el golpe a Alemania. Las famosas incursiones sobre Dresde, al final del conflicto, no fueron un crimen de guerra, dice Burleigh. Dresde fue sólo un caso más, al que retrospectivamente se ha otorgado mucha relevancia injustificada, aunque sí es un buen ejemplo de la gradual pérdida de sensibilidad y de una cruel indiferencia ante el sufrimiento.

LA RESISTENCIA

La resistencia no es sólo un capítulo heroico (y, en algunos casos, mitific

ado) de la lucha contra los fascismos, sino otro campo de debate moral. Para empezar, el autor señala que sólo una minoría tomó ese camino.

Enseguida, la violencia se impuso (incluso entre los católicos), y la resistencia se transformó en una guerra civil pura y dura entre resistentes y colaboracionistas. Si no fuera por la abrumadora evidencia de la criminalidad nazi, ciertas prácticas de la resistencia, como la tortura, podrían haber dañado sus reivindicaciones de superioridad moral. Burleigh se muestra especialmente crítico con los comunistas, “uno de los grupos de resistentes que adoptaron un punto de vista más utilitario en lo tocante a las represalias”. “En tanto devotos de una doctrina presuntamente científica, despreciaban las consideraciones éticas a la vez que su visión de sí mismos como élite les hacía indiferentes a las mezquinas inquietudes de mortales menos esclarecidos”, escribe con ironía.

¿TERRORISMO DE LOS ALIADOS?

La violencia irregular ejercida por los aliados a través del Ejecutivo de Op

eraciones Especiales constituye otro campo dedebate moral. Burleigh señala que lo que algunos han calificado de terrorismo (eliminación de funcionarios alemanes y sus colaboradores) nunca fue una campaña de violencia indiscriminada para aterrorizar a los civiles. Sin embargo, el EOE, con sus acciones, alentó a los alemanes a actuar de forma terrorista en los pocos lugares en que aún no lo hacían.

FASCISMO Y NAZISMO

Aunque aliados y muy semejantes entre sí, había diferencias entre

el fascismo italiano y el nazismo alemán. “Los italianos eran tan capaces de acribillar a un grupo de rehenes como los alemanes, simplemente no compartían la psicosis de sus aliados respecto de los judíos”. El ejército italiano no estaba tan impregnado de fascismo, como el alemán lo estaba de nazismo. Y “Mussolini tenía que dar explicaciones a la Corona y al Vaticano, potencias con las que Hitler o bien no tuvo que lidiar o aplastó”.

EN EL FRAGOR DE LA BATALLA

Naturalmente, las batallas eran el momento decisivo para los combatientes. En ellas, la distancia era un elemento crucial para poder matar sin sentir remordimientos. Y el miedo, una constante; “una quinta parte de soldados americanos reconoció haberse cagado encima” (a los que habría que añadir los que, por motivos fáciles de entender, no lo reconocieron).

Y aunque las escenas de horror (mutilaciones, cabezas cortadas y puestas sobre el pecho del cadáver, diversión a costa de los muertos) también eran frecuentes, s

ólo un 2% de los que combatieron se deleitaron en la violencia homicida. En cuanto a las actitudes de los americanos para con los japoneses, no diferían mucho de las de los alemanes respecto de los judíos.

En el combate, algo para lo que ningún entrenamiento podía preparar, el instinto se imponía sobre la mente consciente. “Entrar en combate significaba acostumbrarse a la visión y a la perspectiva de la muerte a una edad en la que la mayoría de las personas apenas han comenzado a plantearse el inevitable desenlace de la vida”. La camaradería reforzaba la capacidad de matar (reforzaba al “nuevo yo asesino” frente al “pacifista civil interior”); “el grupo podía hacer moralmente aceptable lo que fuera”. El cansancio llegaba a provocar falta total de visión, y hubo quien llegó a desfilar dormido. Mucho peor era la posibilidad (muy alta) de asarse vivo en un tanque que se convertía en un horno metálico al ser alcanzado por un impacto.

LA CUESTION JUDIA

Uno de los grandes dilemas morales de aquel tiempo terrible fue el de los judíos que se vieron obligados a trabajar para los nazis en contra de su propia gente Para Burleigh, los judíos que formaron los Consejos de Ancianos impuestos por los alemanes no colaboraron con ellos: tuvieron que hacer atroces elecciones, forzados por los nazis. Obedecieron y ayudaron a unos nazis que tenían poder absoluto sobre su destino. Trataban de ganar tiempo para la colectividad; igual que los partidarios del apaciguamiento, pensaban que estaban tratando con gente racional, no con psicópatas.

Tampoco se les puede considerar voluntarios. Hubo quienes para no colaborar se suicidaron, algunos fueron fusilados por los nazis, otros se quitaron los brazaletes y se unieron en silencio a los deportados.

EN LOS CAMPOS

La nacionalidad, las ideas políticas o las creencias religiosas ayudaron a formar grupos solidarios y embriones de resistencia dentro de los propios campos de trabajo o de exterminio. Pero las afinidades podían implicar indiferencia para con los ajenos al grupo; actitud de la que son ejemplos los Testigos de Jehová o los estalinistas.

En los campos o fuera de ellos, hubo casos de soldados alemanes que ayudaron a judíos y lo pagaron con la vida. Schindler (“ese enigma humano”) y otros rescatadores fueron “gente que, en un breve instante, tomaba determinadas decisiones que la humanidad admira con razón”. Pero “los rescates fueron estadísticamente insignificantes en el marco de un relato sombrío y catastrófico del que no se desprende ningún mensaje redentor… la bondad humana no triunfó al final.

LA BOMBA ATOMICA

El debate sobre el lanzamiento de la bom

ba atómica está indisolublemente ligado al del número de víctimas que pudieron evitarse con su lanzamiento. Burleigh llama la atención sobre “la cuestión nada desdeñable de los cientos de miles de civiles (y de prisioneros de guerra aliados) que seguían languideciendo bajo el despotismo nipón en China y el sudeste asiático, además de los trabajadores esclavos trasladados por los japoneses a Japón desde Indonesia o Corea; la prodigiosa tasa de mortalidad de estos ilotas extranjeros nunca ha atraído la atención de los detractores de las víctimas de las bombas atómicas, pero es probable que superara las cien mil personas mensuales”.

De no haberse empleado las bombas, hubieran muerto los mismos o más, sólo que de modo más lento (además de las víctimas que habrían seguido produciéndose en el bando aliado).

LA CAIDA DE LOS DIOSES

El final de la guerra estuvo a tono con la

ferocidad que la caracterizó desde el principio. En los últimos diez meses del conflicto murieron más alemanes que en los cinco años anteriores, muchos como consecuencia de los bombardeos aéreos. De los regímenes depredadores, el que salió mejor librado en términos jurídicos fue el italiano; a sus fuerzas armadas no se les imputaron crímenes de guerra en Abisinia ni en los Balcanes. Sólo se cumplieron entre 40 y 50 condenas a muerte de las mil dictadas; y, ya en el 46, se pronunció una amnistía que excarceló a todos los fascistas menos 4.000. Italia fue también la nación con régimen fascista que menos neurosis nacional padeció acerca de su pasado.

Burleigh se muestra en contra de la idea de la banalidad del mal, expresada por Hannah Arendt. El fanatismo de los que participaron en la Solución Final era tan evidente como su crueldad y su codicia, sostiene. Igualmente, está contra el mito de la ignorancia del pueblo alemán: había un goteo continuo de información que resultaba abrumador y era imposible desconocer.

En cuanto a los juicios, afirma que “no todo lo que hicieron

los aliados en Núremberg fue muy ortodoxo, pero eso no invalida la operación en conjunto”. Por otro lado, los juicios sólo afectaron a una mínima parte de los culpables, muchos de los cuales acabaron convirtiéndose en pilares de la sociedad alemana de posguerra.

EL AUTOR

Michael Burleigh ha sido investigador en las universidades de Oxford y Cardiff, y en la London School of Economics.

También ha sido profesor en diversas universidades norteamericanas, como Rutgers, Washington & Lee, y Stanford. El Tercer Reich (Taurus, 2002), por el que consiguió el Premio Samuel Johnson en 2001, Poder terrenal (Taurus, 2005), Causas sagradas (Taurus, 2006) y Sangre y rabia (Taurus, 2008) son algunos de sus libros más importantes. Es colaborador habitual de diversos medios británicos.

viernes, 14 de octubre de 2011

Las memorias de Stéphane Hessel, testigo de primera fila del siglo XX


MI BAILE CON EL SIGLO



«Hace catorce años di por terminado este «baile» persuadido de que mi vida, que había alcanzado ya los ochenta años, se terminaría con el siglo. Y ahora llego al final de una nueva etapa tan fértil en compromisos como las que la precedieron. Hay, pues, aún mucho que contar sobre lo que para mí han sido los diez primeros años de este nuevo siglo. Estos años me han permitido conocer mejor los dramas de Oriente Próximo. Invitado allí por israelíes disidentes para conocer la degradación infligida a los valores humanos del judaísmo por gobiernos torpes, entre 2002 y 2010 realicé cinco estancias en Cisjordania y Gaza. Regresé convencido de que Israel no será el país seguro y próspero que merece ser hasta que no permita que nazca a su lado un Estado palestino que comparta con él como capital de los dos Estados una Jerusalén con vocación internacional.


En este primer decenio del siglo XXI también me han marcado otras dos aventuras. Por una parte, el nacimiento y los primeros pasos del Collegium internacional, ético, político y científico presidido conjuntamente por Michel Rocard y por el presidente esloveno Milan Kucan, un ambicioso observatorio de los desafíos venideros. Por otra parte, la publicación de una «trilinguología poética» titulada Ô ma mémoire. La poésie, ma nécessité (¡Oh, mi memoria! La poesía, mi necesidad), publicada por Éditions du Seuil bajo los auspicios de Laure Adler, y que también apareció en alemán en Düsseldorf en 2009, en traducción de Michael Kogon, hijo de Eugen Kogon, a quien debo haber sobrevivido a morir ahorcado en el campo de Buchenwald.


Sin embargo, la coronación de este decenio —a lo largo del cual mi familia se ha enriquecido con cinco bisnietos llamados Jeanne, Louise, Solal, Basil y Timur— la constituye la extraordinaria acogida de un pequeño panfleto que Éditions Indigène de Montpellier publicó en octubre del año pasado bajo el atractivo título de ¡Indignaos!En el mismo, me dirigía a un público lector que imaginaba reducido y hacía pública mi convicción de que los valores de la Resistencia corrían el peligro de ser olvidados o ninguneados en un período en el que triunfan la economía capitalista neoliberal, el desprecio hacia las poblaciones desfavorecidas y la degradación de los recursos de nuestro planeta. Resulta que la indignación reclamada de manera algo imprudente para apoyar la acción de la que el Collegium pretendía ser el guía halló un eco prodigioso. Es evidente que en estos diez años el mundo ha experimentado cambios espectaculares. La cuestión planteada en el último capítulo de Mi baile con el siglo, «¿Conocerán nuestras sociedades una nueva alba o un crepúsculo definitivo?», parece hoy más candente que nunca. Soy feliz de poder aún, por breves que sean las horas que me queden, seguir reflexionando acerca de ello. Por ese motivo estoy muy contento de compartir una vez más con numerosos lectores el placer que he tenido al hollar de nuevo, en las páginas que podrán leer, un largo camino recorrido con fervor, guiado por unos padres generosos con su cultura, expuesto a una serie de experiencias enriquecedoras, ninguna de las cuales, ni siquiera la más cruel, logró que se tambaleara mi alegría de vivir. París, abril de 2011»


Los recuerdos de un héroe.


“Un libro de recuerdos, que da la clave de un destino escogido desde una edad muy temprana” L'Express.

“Hessel es historia y ha construido la historia del siglo XX” Catalina Gayà. El Periódico

“Una vida y una altura moral más que suficientes para sacudir conciencias a nivel global” Jesús Ruiz Mantilla. El País


La publicación de ¡Indignaos! -y su continuación, ¡Comprometeos!, ambos en Destino- han puesto de actualidad su figura, la de un testigo de primera fila del siglo XX cuyo ejemplo sirve de inspiración al XXI.


Estas memorias, escritas con una sinceridad que emociona, pero siempre con pudor, desvelan a un personaje de convicciones profundas y corazón generoso, de elevada estatura moral, y convierten su testimonio en un verdadero baile con el siglo XX. Un baile que concluye con una pregunta esperanzada, pero también inquietante: “¿Conocerán nuestras sociedades una nueva alba o un crepúsculo definitivo?”.


Stéphane Hessel nació en Berlín el 20 de octubre de 1917, hijo de dos espíritus libres, el escritor de origen judío Franz Hessel y la pintora Helen Hund, que formaron con Henri-Pierre Roché el célebre trío que retrató Truffaut en Jules et Jim.Creció y se formó en París, desde donde, en 1941, viajó a Londres para unirse a la Resistencia del general De Gaulle contra la invasión nazi. Detenido y brutalmente interrogado por la Gestapo -no se recata en reconocer los efectos de la tortura en su ánimo-, fue deportado al campo de exterminio de Buchenwald, de donde logró salir tras intercambiar la identidad con un preso ya fallecido.Tras la segunda guerra mundial, convertido en diplomático, participó en la redacción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, de la cual es el único ponente vivo. Su carrera diplomática le llevó a la Indochina francesa, Argel, Ginebra, y a asumir tareas de mediador en situaciones extremas, como en Burundi en 1994, en vísperas del genocidio en la vecina Ruanda. Una dilatada labor reconocida en 1981 con la dignidad de embajador de Francia.

martes, 11 de octubre de 2011

"Las crónicas de la señorita Hempel" de Sarah Shun-lien Bynum

Libros del Asteroide publica Las crónicas de la señorita Hempel, de la joven autora norteamericana Sarah Shun-lien Bynum (Houston,1972). Finalista con esta obra del Pen/Faulkner Award de 2008 y del National Book Award con su anterior novela, Madeleine Is Sleeping, la autora está considerada una de las voces más destacadas de su generación y ha sido incluida recientemente en la selecta lista “20 under 40”de The New Yorker, en la que se seleccionan los veinte escritores menores de cuarenta años más prometedores del momento.

Las crónicas dela señorita Hempel narra las peripecias de Beatrice Hempel, una joven profesora de un colegio privado estadounidense que está aprendiendo a enfrentarse a las circunstancias de su recién estrenada vida adulta. Aunque para sus alumnos sea la figura serena y estable que siempre está ahí, en su interior Beatrice se siente tan llena de dudas como ellos. Con una prosa afilada y una asombrosa capacidad para condensar múltiples significados en poderosas imágenes, Las crónicas de la señorita Hempel es un pequeño libro que crece página a página y revela un personaje profundamente humano.

Las crónicas de la señorita Hempel fue incluido en las listas de los mejores libros de 2008 de Los Angeles Times, Amazon, Heeb Magazine, Newsday, Salon.com y Kirkus Reviews, entre otros medios. Jonathan Franzen ha dicho de este libro: “Es capaz de trasladarte en una misma frase del ingenio y la hilaridad a la desesperación y la pena más desgarradoras”.

¿Se puede enseñar palabrotas en clase de Lengua o permitir que sean los propios alumnos quienes se evalúen? ¿Es razonable hablar de nuestras propias experiencias en una clase de educación sexual? ¿Cómo aceptar que, cuando te has marchado, la habitación que ocupabas en casa de tus padres no será nunca más tu habitación? Beatrice Hempel es una joven recién licenciada que da clases en un colegio privado estadounidense; todo es nuevo para ella: el trabajo, su compromiso matrimonial, o la vida sin su padre, muerto recientemente. Mientras se acostumbra a su nueva situación, intenta adivinar qué es lo que el mundo espera de ella.

Los distintos episodios de la vida de Beatrice nos revelan un personaje profundamente humano y real al que descubrimos en ese momento decisivo en el que se pasa de la juventud a la madurez. Las crónicas de la señorita Hempel es la segunda novela de Sarah Shun-lien Bynum, considerada por la crítica norteamericana como una de las escritoras más importantes de su generación.