A todos sus interrogantes respecto a la existencia o no de
Dios, he tratado siempre de contestar de forma honesta, sin endulzar mis
respuestas. También he intentado dejarles claro que, aunque mi punto de vista
tiene una base racional, al fin y al cabo no es sino eso: un punto de vista;
una interpretación de la humanidad que no opina lo mismo que su padre y que hay y miles de millones de personas en el
mundo que sí creen en uno o varios dioses.
Mientras estoy escribiendo estas líneas, ellos aún no tienen
edad para comprender muchas de las ideas de las que voy a hablar aquí, pero espero que, cuando llegue el momento
en que puedan entenderlas, estas páginas les gusten. Incluso, tal vez lleguen a ayudarles en sus vidas.
Ése fue el origen de este libro. Al principio quise exponer
sobre el papel de forma ordenada, para mí mismo, lo que opinaba sobre los dioses y las religiones con el fin de
poder explicárselo mejor a ellos, de poder responder con sentido a sus dudas.
Después, conforme los párrafos iban surgiendo, pensé que, en unos años, ellos
mismos podrían ojearlos. Finalmente me di cuenta de que ciertos adolescentes, y
también algunos padres, podrían estar interesados en leer lo que yo estaba escribiendo.
Me pareció que debía de haber muchos que se estarían encontrando en mi misma
situación: la de querer responder desde una perspectiva agnóstica o atea las
preguntas a las que habitualmente se contesta con las respuestas que
brindan las religiones.
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